A fines del siglo XIX y principios del 1900 el Ferrocarril Oeste (FCO) ya de capital inglés, comienza un amplio plan de obras en parte por disposición del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que le intima a no interrumpir con sus vías el tránsito en las calles. A fin ilustrativo mencionamos: el túnel a cielo abierto entre las estaciones Caballito y 11 de Septiembre a nivel (1902), el túnel en sus primeros tramos a cielo abierto y luego techado que llegando a la estación Once se transbordaba al subterráneo “A” (1911) y el túnel totalmente subterráneo que a partir de la playa de maniobras de Once de Septiembre llegaba al Puerto Madero (1912). (1)



Para todas estas obras y otros el ferrocarril necesitaba ladrillos comunes y de los que llamamos ladrillos de máquina.

A esos fines el FCO adquirió una fracción de tierra de 44 hectáreas (42 según otros planos) situada aproximadamente entre las actuales calles Peredo, Portugal, Martín Rodríguez, Pringles y calle límite Acevedo.